Uruguay vivió una sequía y un déficit pluviométrico sin precedentes, los cuales generaron daños, pérdidas e impactos relevantes en el sector agropecuario, por lo que desencadenó la declaración de cuatro emergencias agropecuarias del gobierno Luis Lacalle Pou.
“Se estima que el déficit hídrico registrado en 2022-2023 generó daños y pérdidas directas en el sector agropecuario por mil 883 millones de dólares, lo que equivale a alrededor de un 3 por ciento del producto interno bruto (PIB) promedio anual móvil de los últimos tres años”, revela el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay.
La falta de lluvias, la sequía, las temperaturas medias y evapotranspiración por encima de lo normal tuvieron efectos en el estado hídrico de los suelos y de la vegetación, lo cual imposibilita el desarrollo de algunos cultivos de secano y de forraje para la alimentación de animales.
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En la actividad lechera, la mayor parte de los costos asociados a la sequía se debieron al incremento en los costos de suplementación del ganado, explica la dependencia a cargo de Fernando Mattos.
También, se observó una caída en el nivel de producción de leche a nivel primario, lo que afectó la fase industrial de la cadena (llegando a su punto mínimo en febrero de 2023, cuando la producción fue 9.3 por ciento inferior a la de igual mes de 2022), detalla.
El costo incremental es de 5.4 centavos de dólar por litro producido en 2023, con lo que las pérdidas ascenderían a 113 millones de dólares. A su vez, se estimó el impacto total de la sequía en la producción anual de leche en unos 61 millones de litros para 2023, lo que implicaría una facturación de 23 millones de dólares menos, atribuible al evento climático. Por lo tanto, las pérdidas directas totales para el sector lechero primario se estiman en 136 millones de dólares.
En la actividad ganadera se estima un costo de pérdidas de 287 millones de dólares, ocasionadas por la cantidad de terneros que no nacerán por causa de la menor preñez y por el menor volumen de faena, dice el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay.
La pérdida por menos terneros a nacer en el ejercicio ganadero 2023-2024 será de 237 millones de dólares, considerando como supuesto que el entore cayó un 4 por ciento y que el procreo será 15 por ciento menor al esperado, lo que implica que nacerán 455 mil terneros menos: “Esto derivará en menor ganado disponible para faena en los ejercicios 2025-2026 en adelante”. La pérdida estimada por un menor volumen faenado para el ejercicio actual 2022-2023 es de 50 millones de dólares.
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La necesidad de disponer de alimento para el ganado generó un aumento de costos para los productores por mayor suplementación y pérdida de pasturas por la sequía.
Se estimó una pérdida de un 35 por ciento del área de praderas y que los productores sembraron el 70 por ciento de dicha área con verdeos de invierno para suplir la falta de alimento, lo que equivale a un costo de sustitución de praderas perdidas de 145 millones de dólares.
En el caso del cultivo de soja, la falta de agua ocasionó cultivos de escaso crecimiento vegetativo y cultivos con ausencia de formación de chauchas.
La cosecha se retrasó y la productividad promedio del país fue estimada en 851 kilogramos por hectárea cosechada (641 kilogramos por hectárea sembrada), el menor registro histórico para el cultivo y sumamente inferior al promedio país de 2 mil 300 kilogramos por hectárea .
Se evidenció una alta heterogeneidad entre chacras y hubo problemas de calidad del grano cosechado (humedad, cuerpos extraños). El área perdida, no cosechada (barbecho) o con destino a pastoreo animal o reservas alcanzó a un 25 por ciento del área sembrada (1.01 millones de hectáreas). El precio de la oleaginosa se redujo respecto a meses anteriores, como consecuencia del balance de oferta y demanda internacional.
El déficit hídrico registrado en 2022-2023 generó daños y pérdidas directas para el cultivo de soja por 832 millones de dólares. Respecto al maíz, se reportó un área relevante destinada a fardos, silopack y “picado en verde” para alimentación animal, elevando el área no cosechada a un 47 por ciento del área sembrada de este cultivo (188 mil hectáreas).
La productividad promedio se estimó en 2 mil 666 kilogramos por hectárea cosechada (mil 415 kilogramos por hectárea ), lo que representó una pérdida por menor productividad superior al 50 por ciento con relación al promedio histórico del país de 5 mil 800 kilogramos por hectárea. El déficit hídrico registrado en 2022-2023 generó daños y pérdidas directas para el cultivo de maíz por 266 millones de dólares.
Se estima una cosecha de 68.7 millones de kilogramos, lo que se traduce en una merma de producción de 28 por ciento (respecto al promedio de los últimos seis años), valorada en 12 millones de dólares.
En contrapartida, se destaca la buena calidad de la uva y su graduación alcohólica. La producción de vinos no se vería afectada, dado el stock actual disponible de 40 millones de litros (la cosecha del año 2022 totalizó 104 millones de kilogramos), que cubriría la merma de 2023 y 2024.
Las pérdidas de las plantaciones de primavera se estimaron en 5 mil hectáreas aproximadamente por la sequía. Además, las pérdidas por crecimiento anual de plantaciones, que afectarán la disponibilidad futura de la madera, afectaron entre 25 por ciento y 30 por ciento el crecimiento medio anual en volumen, con un costo total estimado de 162 millones de dólares.
En el caso de los frutales de hoja caduca las estimaciones de pérdidas productivas se ubican entre 45 por ciento y 50 por ciento en peras y en manzanas, por debajo de la media de producción de las últimas tres zafras, lo que se traduce en un total de 35 millones de dólares. En cítricos se visualizó cierto impacto en el volumen producido (producto de menores calibres).
Según estimaciones del sector privado la reducción sería de alrededor de 10% en el volumen productivo respecto al año pasado (-4 por ciento respecto a la media de los últimos tres años), que implica 8 millones de dólares de pérdidas por la sequía.