Perú y Bolivia comparten el Titicaca, el lago navegable más alto del mundo. Pero también la preocupación de la disminución de sus aguas. Al igual que muchos lugares que sufren las consecuencias del cambio climático. El extenso lago ubicado en la frontera peruano boliviana, ahora presenta un nivel de agua que se acerca a un mínimo histórico.
En todo el mundo, julio fue el mes más cálido registrado, ya que los periodos secos prolongados tuvieron un impacto alto tanto en humanos como en animales.
El calentamiento global ha afectado en especial el lado boliviano del lago, donde antes había agua, hoy simplemente hay un terreno seco.
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El lago Titicaca separa a Perú de Bolivia. A ambos lados de esa zona de los Andes centrales, sobrevive un credo común. Se dice que en tiempos inmemoriales Wiracocha, el dios del Sol, emergió de sus profundidades. Luego creó a la luna y a la misma humanidad, protectora del imperio Inca. Pero esas aguas asombrosas, las de la superficie navegable de 8.490 km2, ubicada a una altitud de 3812 metros, se están secando.
Del lago Titicaca también nace la historia de los Incas con la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo.
El Titicaca es un circuito turístico internacional al que se llega por la ciudad peruana de Puno o La Paz, en Bolivia, y es, además, fuente de vida para las comunidades aimaras en el altiplano.
Las imágenes casi desérticas del lago han provocado espanto. Las autoridades bolivianas han declarado una alerta por la disminución crítica del nivel del agua. Por su parte el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) calculó el descenso en más de 40 centímetros promedio. «Estamos llegando a un punto crítico», previno Juan José Ocola, de la Autoridad Binacional a cargo del Titicaca. Ninguna autoridad ejecutiva se ha pronunciado al respecto desde que se hizo visible la imagen desoladora de ese enorme espejo acuático.