Julio es quizás el mes más cálido jamás registrado en el mundo y preocupa la ola de calor a todo el planeta. El domingo 16 de este mes, China registró una temperatura récord de 52,2 °C en la región de Xinjiang al oeste del país.
Se trata de un territorio semidesértico limítrofe con varios países de Asia Central, es la zona más cálida de esa nación en la temporada de verano.
Pero no se trata de un hecho aislado, Asia y varias partes del mundo presentan cifras históricas muy preocupantes.
Lee: Los mexicanos gastaron 2 mil 900 mdd en la adquisición de viviendas en Estados Unidos
Desde abril, los países de Asia se han visto afectados por varias rondas de calor récord, lo que aviva las preocupaciones sobre su capacidad para adaptarse a un clima que cambia rápidamente.
Los episodios prolongados de altas temperaturas (conocido como ola de calor) en China han desafiado las redes eléctricas y los cultivos, y aumenta la preocupación por una posible repetición de la sequía del año pasado, la más severa en 60 años.
Los efectos del calentamiento debido a la actividad humana fueron concretos en estas últimas semanas: incendios en Grecia y Canadá, temperaturas extremas en el sur de Europa, África del Norte, Estados Unidos y parte de China, que acaba de sufrir también los estragos del tifón Doksuri.
A esto se suma la sequía en varias partes de Latinoamérica, un invierno cálido en Sudamérica y la próxima llegada del Fenómeno del Niño global.
«La era del calentamiento global ha terminado, ahora es el momento de la era de la ebullición global», advirtió a propósito el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. «El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y esto es solo el principio», enfatizó.
Lee: México y el norte de Asia son los mayores compradores de quesos estadounidenses
La temperatura del planeta ha aumentado ya en 1,2 °C respecto a la era preindustrial, y algunos intentan diseñar medidas de emergencia para que este incremento no sea de más de 1,5 °C, el límite para el año 2100 que estipula el Acuerdo de París de 2015.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) señaló que el consumo mundial de carbón alcanzó un «máximo histórico» en 2022 y podría de nuevo alcanzar un nivel récord este 2023. El carbón es una de las principales fuentes fósiles de energía emisoras de gases de efecto invernadero, junto con el gas y el petróleo.