Lo que debió ser una expedición única e inolvidable, se convirtió en una tragedia. Se sabe que los cinco pasajeros del Titán no sufrieron una agonía por la falta de oxígeno porque la implosión fue tan súbita y masiva que sus tripulantes probablemente murieron en el acto el domingo en las primeras horas de su descenso para caer a 500 metros de su destino, los restos del Titanic, hundido en abril de 1912.
Los fragmentos de la nave estaban repartidos en varios lugares, la parte delantera, por un lado, la trasera en otro y el cuerpo partido en dos.
A bordo del Titán viajaban el fundador de la compañía que organiza estas expediciones, Stockton Rush, el empresario y aventurero británico Hamish Harding, el explorador francés Paul Henry Nargeolet, el empresario paquistaní Shahzada Dawood y su hijo Suleman. Se pagó por persona 250 mil dólares en la supuesta aventura.
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En conferencia de prensa el contraalmirante John Mouger, dijo que los restos son consistentes con una implosión catastrófica e indicó que recuperar los cuerpos es muy complicado. Los restos se encontraron a unos 600 metros del famoso Titanic.
El sumergible Titán, de 6,5 metros de largo, se sumergió el domingo 18 de junio, pero perdió comunicación menos de dos horas después de haber iniciado la inmersión turística. Tenía una autonomía teórica de 96 horas de oxígeno.
En medio de las búsquedas durante la semana surgieron informaciones que comprometían a OceanGate sobre posibles negligencias técnicas del sumergible.
Suleman Dawood, una de las víctimas mortales de la implosión de Titán, tenía solo 19 años y era el pasajero más joven de la tripulación del submarino. Su familia contó que días previos al viaje, el joven estudiante confesó a sus allegados que estaba aterrado e incluso dudó mucho en ir en varias ocasiones. El destino quiso que finalmente decida ir en el fatídico viaje junto a su padre.
James Cameron, director de la película “Titanic” y apasionado explorador del fondo marino, acusó a la compañía organizadora de la expedición, OceanGate Expeditions, de “ignorar” las advertencias de seguridad.
OceanGate, que fabricó y operaba el sumergible, cobraba 250.000 dólares por plaza, llevó a turistas en múltiples ocasiones para que puedan ver los restos del “Titanic”, cuyo hundimiento hace 111 años dejó cerca de 1.500 muertos, una de las grandes catástrofes marítimas de la historia.
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Tras la tragedia, la organización Titanic International, que vela por preservar la historia del mítico trasatlántico, pidió el fin de las expediciones turísticas. Mientras, los gobiernos de los países involucrados en el incidente debaten cómo podrán llevar a cabo una investigación.
El objetivo es confirmar la teoría de que una implosión causó la muerte de quienes iban a bordo del Titán y, de ser así, cuándo y por qué sucedió.
De momento, la Junta de Seguridad en el Transporte de Canadá (TSB, por sus siglas en inglés) anunció que ha iniciado una investigación sobre la implosión del sumergible.