No figuran en los mapas, pero en nuestros océanos existen cinco islas de plástico flotante que amenazan con erradicar buena parte de la vida marina y contribuyen al cambio climático. Algunas de estas manchas de basura, como la del Pacífico Norte. tienen un tamaño equivalente a Francia, España y Alemania juntas.
Las islas de plástico y basura son los cinco continentes de la vergüenza, el resultado de más de 60 años de vertidos al océano procedentes, sobre todo, de tierra firme y del tráfico marítimo. En todos estos años hemos puesto en circulación 8.300 millones de toneladas de este polímero a nivel global, según estima la Universidad de California, y lo más preocupante es que más del 70% son ahora residuos que colapsan los vertederos y los mares del planeta.
Estas gigantescas concentraciones de basura están formadas en su mayoría por micro plásticos de menos de cinco milímetros que flotan en el interior de los giros oceánicos —quedan atrapados en estos inmensos remolinos y las corrientes internas los agrupan—. Esto hace que las cinco islas de plástico más grandes del mundo coincidan con los principales vórtices oceánicos: los dos del Pacífico, los dos del Atlántico y el del Índico. También se conocen islas de plástico en otros mares del planeta, como el Mediterráneo o el Caribe, aunque son mucho más pequeñas y dispersas que las anteriores.
La primera de estas cinco manchas de basura —la del Pacífico Norte— fue descubierta en 1997 por el oceanógrafo Charles Moore. En 2017 se confirmó la existencia de la última, en el Atlántico Sur, y las otras tres se hallaron en el Atlántico Norte (2009), el Índico (2010) y el Pacífico Sur (2011).
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) lleva años advirtiendo a la comunidad internacional del daño que causa la basura oceánica en la economía y el medioambiente. Estos residuos afectan gravemente los ecosistemas marinos al provocar la muerte de más de un millón de animales al año.
El plástico oceánico compromete también la subsistencia y la prosperidad de muchas pequeñas comunidades que viven de la pesca, perjudica la calidad del aire, contamina la atmósfera y contribuye al calentamiento global. En este sentido, investigadores de la Universidad de Hawái descubrieron en 2018 que el polietileno —uno de los plásticos desechables más utilizados— emite gases de efecto de invernadero como el etileno y el metano cuando se descompone al sol.
Aun así, organizaciones como Greenpeace denuncian que el plástico flotante supone tan solo un 15% del total, mientras que el 85% permanece oculto bajo el agua —a profundidades de hasta 11.000 metros o, incluso, atrapado en el hielo del Ártico—. La basura oceánica prolifera de tal forma que hasta el Foro Económico Mundial (WEF) prevé que en 2050 los océanos podrían contener más toneladas de plástico que de peces.
Acabar con el plástico de los océanos es una tarea tan urgente como difícil de abordar. Aunque ya existen algunas iniciativas ingeniosas en marcha, se trata de proyectos que proponen soluciones a pequeña escala. Estos intentos son loables, pero insuficientes para un problema que, además de tecnología, requiere de investigación científica, acción política y cooperación internacional, entre otros aspectos.
A nivel personal podemos hacer mucho para lograr mejorar este problema, sobre todo si sumamos lo que puede hacer cada uno, pues cuantos más implicados mayor será el efecto. Estos son consejos de posibles soluciones para las islas de plástico y basura:
- Reciclar residuos: cuántos más, mejor, ya sea en contenedores o en puntos limpios o, en su defecto, reutiliza.
- Apoyar a las asociaciones que se dedican a este fin.
- Ayudar a difundir el problema y crear conciencia.
- Hacer voluntariados: de limpieza de aguas y playas, pues se retiran residuos y se reciclan o gestionan adecuadamente.
- Denunciar infracciones: ya sea de algunas que hayas visto o creas que se van a llevar a cabo.