Argentina no pasa por su mejor momento en especial por la alta inflación. El dato de este mes solo supera el 10.4 por ciento registrado en abril de 2002, cuando la economía había estallado por los aires con la crisis del corralito y el país salía de la paridad del dólar con el peso. La variación interanual ha alcanzado al 104.3 por ciento, el peor registro en 30 años.
El dato mensual igualó al IPC núcleo del mes pasado. En esta ocasión, se comunicó que esta categoría dio un 7.2 por ciento, por debajo del nivel general, siendo una de las pocas noticias que tenderían a estimar una inflación relativamente menor para abril.
La portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, atribuyó el aumento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 7.7 por ciento en marzo al impacto de la guerra en los precios internacionales y a la sequía.
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De este modo, la Argentina se ubica en los primeros tres lugares del podio de inflación global, solo superada por Venezuela y Líbano, que hasta febrero registró el 189.7 por ciento.
Como en varios países del continente, la inflación no afecta a todos los sectores económicos por igual y, aunque la población argentina está acostumbrada a lidiar con crisis de distinta envergadura, son los sectores de bajos recursos los que siempre se llevan la peor parte.
Argentina se ubica entre los diez países del mundo con mayor inflación. Y el problema no es tanto que la clase media no pueda viajar de vacaciones a Europa, sino que hay millones de personas a las que esto les significa no tener el dinero suficiente para comer, pagar el colegio o la universidad, vestir, pagar el alquiler, o llegar a fin de mes.
“Estamos viendo un recrudecimiento de la situación en los barrios: familias que dejan de consumir algunos alimentos, o no pueden pagar la luz y el gas, y que van de alquiler en alquiler, o se ven obligadas a recurrir a la familia ampliada o a volver con sus familias de origen, hay un montón de estrategias para sortear la crisis”, cuenta Tamara Torres, militante del Frente Popular Darío Santillán (FPDS), una organización que agrupa y moviliza unos 15 mil activistas en todo el país.
La pregunta hoy en Argentina es ¿Qué hará el gobierno de Alberto Fernández para superar esta crisis? O si recurrirá al mismo modelo que se usó en la crisis del 2002, donde se puso fin a la paridad entre el dólar y el peso, y a la «pesificación» de los depósitos en dólares. Esto provocó una severa devaluación que hizo que se disparara la pobreza, que llegó a afectar a dos de cada tres argentinos.
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El país gaucho también dejó de pagar su deuda externa, declarando lo que en ese momento fue el default más grande de la historia: 144 mil millones de dólares.
El panorama no es bueno, y el futuro es más que incierto. Aunque hace unos pocos días el FMI aprobó la revisión de metas del cuarto trimestre de 2022 y desembolsó 5 mil 400 millones de dólares, que en buena parte sirven para pagar la deuda de casi 45 mil millones de dólares que tomó el Mauricio Macri con ese mismo organismo cuando fue presidente (2018), también advirtió de la necesidad de reducir aún más el gasto público, lo que seguramente se traducirá en un mayor ajuste que terminarán pagando los mismos de siempre.