El trastorno de ansiedad social (llamado también fobia social) es un temor intenso y persistente a ser observado y juzgado por los demás. Este miedo puede afectar el trabajo, la escuela y otras actividades diarias. Incluso puede dificultar sus relaciones interpersonales. Es el tercer trastorno mental más común en adultos.
La reciente pandemia y el uso del internet y redes sociales han cambiado al mundo entero. Hay quienes se han sentido más cómodos frente a una pantalla del ordenador donde nadie te conoce y nadie te puede juzgar.
La comunicación vía Internet se ha convertido para estas personas en un lugar seguro y les permite una sensación de confianza al momento de establecer relaciones con mayor facilidad y donde pueden ocultar todas sus inseguridades.
Para manejar sus miedos se comunican poco, con escaso contacto visual y evitan hablar de ellas mismas. El mundo virtual es perfecto para ellos, el problema se inicia cuando salen al exterior, cuando se relacionan cara a cara con otras personas, experimentan muchos síntomas fisiológicos como, por ejemplo, sudoración, sonrojo, temblores. Todo ello les produce gran malestar emocional e insatisfacción con su vida. Por ello, evitan asistir a reuniones sociales. Prefieren estar solos en su propio espacio.
Este fenómeno lo encontramos en las generaciones recientes, los más jóvenes son los que pasan mayor tiempo en internet y es la única forma que conocen algunos para comunicarse libremente.
La vuelta a la normalidad ha significado un cambio para todos, en especial para los que sufren ansiedad o fobia social.
Ahora estas personas deben enfrentarse al mundo exterior, ahora tienen miedo a no saber comportarse, a que la gente se fije en ellas o en su apariencia física
Aunque es normal sentir cierta ansiedad en las situaciones sociales, las personas que tienen fobia social experimentan ansiedad en tal grado que tratan de evitar dichas situaciones o las enfrentan con gran malestar. Aproximadamente el 13 por ciento de las personas presentan fobia social en algún momento de su vida. El trastorno afecta con una prevalencia anual cercana al 9 por ciento de las mujeres y al 7 por ciento de los varones según la Organización Mundial de la Salud.
Desde la pandemia, el consumo de los fármacos ansiolíticos y antidepresivos aumentaron, sobre todo en países desarrollados como España, Portugal y Croacia que ocupan el top 3, según el más reciente informe del Centro Europeo de Monitoreo de Drogas y Adicción.
En el mundo entero los casos se multiplican, el regreso a clase o al trabajo puede generar síntomas de ansiedad social, como consecuencia de la desadaptación a la cotidianidad, el volver a tener contacto con su pares o simplemente no saber qué hacer.
En Japón, lo llaman El síndrome de Hikikomori, que significa estar recluido, apartarse voluntariamente. Término acuñado por el psicólogo japonés Tamaki Saito en su libro «Aislamiento social: una interminable adolescencia» (1998). La mayoría de casos se presentan en varones jóvenes de 15 a 25 años ,que deciden aislarse del mundo, no salen de casa ni de su habitación más que para lo imprescindible, dejando de lado cualquier tipo de compromiso social, ya sea con sus amigos, familiares e incluso llegan a abandonar los estudios y su empleo. Esto puede tener graves consecuencias para la salud, tanto física como mental.
Los motivos son variados y van desde la depresión, baja autoestima hasta la presión que sienten los jóvenes por satisfacer las exigentes normas de la sociedad actual.
Internet proporciona una ventana para las vidas aisladas de los Hikikomori, una encuesta gubernamental halló que son unas 541 mil personas (el 1.57 por ciento de la población) en ese país, pero muchos expertos creen que la cifra total es mucho más alta, pues a veces tardan años en pedir ayuda.
Se pensaba que esta condición era única de Japón, pero en los últimos años se ha extendido por el mundo entero en especial en Occidente tras la irrupción del coronavirus. En España se conoce también como el síndrome de la puerta cerrada.
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Para el Instituto Nacional para la Calidad de la Sanidad y de la Asistencia de Reino Unido (NICE, por sus siglas en inglés), la forma más apropiada para ayudar a las personas con fobia social es el tratamiento cognitivo conductual. Con la ayuda de un profesional de la psicología, se propone a los pacientes que se expongan de forma gradual a las situaciones que temen.
Internet ha significado un gran avance para la humanidad, nos ha traído desarrollo y conocimiento así como la comunicación instantánea con el mundo entero. Pero nunca va a reemplazar al contacto personal, a un abrazo, una mirada o una sonrisa, la experiencias que tengamos al conocer a más personas e interactuar con ellas. Eso nunca será reemplazado.
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