Ante la amenaza de que la economía mundial sea afectada por una inflación vista hace más de dos décadas, es importante que los usuarios de la banca conozcan cuáles son las condiciones ideales para solicitar un crédito y sean aceptados.
Identificar claramente los tipos de financiamiento y su comportamiento es la sugerencia de analistas financieros para contrarrestar el número de créditos denegados, pues aproximadamente el 43 por ciento de los préstamos rechazados en México, pudieron ser otorgados si los solicitantes lo hubieran pedido conforme a su historial crediticio.
“Lo ideal es contar con un fondo de emergencias que podemos ir generando con un 10 por ciento de nuestros ingresos”, explica Moises Márquez, Líder de Datos y Modelos de Rocket.la, plataforma de asesoría financiera internacional.
“En caso de que las circunstancias no nos favorezcan para el ahorro, podemos ocupar un crédito a la medida de nuestras posibilidades para hacer frente a necesidades básicas”, comenta.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en las dos primeras semanas de agosto de 2022, México registró una inflación generalizada de 8.62 por ciento, nivel más alto registrado desde agosto de 2000, y lo que también significó un incremento de 0.46 por ciento respecto a julio de 2022.
Al fenómeno de inflación se suman las expectativas de crecimiento poco alentadoras.
La calificadora Moody´s advirtió que la economía mexicana registrará para el 2023 una caída del 1.7 por ciento en el producto interno bruto (PIB), en caso de que Estados Unidos entre en recesión.
La estimación del PIB bruto de México mostró, a tasa anual y con series desestacionalizadas, un aumento real de 1.6 por ciento en el primer trimestre de 2022. Por actividad económica, los incrementos fueron de 2.1 por ciento en las actividades primarias, de 2.8 por ciento en las secundarias y de 0.6 por ciento en las actividades terciarias.
Por otro lado, la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico), anunció en agosto pasado que subió a 75 puntos base su tasa de interés de referencia, con lo que ha llegado al 8.50 por ciento y su nivel más alto en los últimos 16 años.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advirtió en su reciente estudio sobre el futuro de las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs) que este sector fue el más golpeado durante la pandemia sanitaria, sobre todo en términos de cierres y restricciones de acceso a crédito.
¿Qué se debe tomar en cuenta?
Para el líder de Datos y Modelos de Rocket.la, el escenario anterior es poco alentador por lo que los usuarios de servicios financieros deben tener una gestión saludable de sus finanzas, así como de sus productos financieros.
“Una pregunta que se hacen muchas personas es si debería o no pedir un crédito. Es cierto que este instrumento puede ser clave cuando se requiere saldar un compromiso financiero de forma inmediata, el problema llega cuando la persona no contempla el cómo y cuándo debe pagarlo”, expone el analista.
La plataforma de asesoría financiera asegura que para solicitar un crédito, se deben considerar los siguientes factores:la tasa de interés, las comisiones y el costo anual total del producto.
“El primer elemento que debe analizarse en caso de solicitar un crédito para enfrentar las adversidades económicas es la tasa de interés, que es el costo principal del préstamo. Es un porcentaje que puede estar expresado de forma diaria, semanal, mensual o anual, el cual indica la cantidad adicional que debemos cubrir del préstamo solicitado”, enfatiza Moisés Márquez.
Otro elemento fundamental es el tipo de crédito al que se puede acceder, por lo que se recomienda a los usuarios revisar al menos tres opciones e identificar la que mejor se adapte a las necesidades y facilidades de pago, ya que sólo el 34% de las personas que solicitaron un crédito compararon diversos productos antes de tomar una decisión, según información del Inegi.
También señala que el momento en el que se solicita el crédito es clave para su obtención. “Solicitar un crédito cuando tienes al tope tus tarjetas de crédito o recién acabas de aperturar un nuevo crédito, es un motivo fuerte de rechazo en muchas instituciones. El 28 por ciento de los usuarios que solicitan un crédito lo hacen en el momento menos óptimo y esto se traduce en una negativa del producto”, indica el analista de Rocket.la.
Entre otros factores, los usuarios que cuenten con productos financieros previamente, ya que esto “permitirá a los usuarios acceder a un mercado altamente competitivo en compras en línea, que pueden representar grandes ahorros con respecto a tiendas físicas”, destaca la firma de asesoría financiera.
Una estrategia probada
Apostar por extender facilidades crediticias de cara a una posible recesión económica, no es una estrategia nueva, pues gracias a los programas gubernamentales de ayuda, entre ellos los de asistencia a los hogares, así como las garantías de crédito y las prórrogas del pago de préstamos, ayudaron a las empresa a mantenerse a flote durante los peores momentos de la pandemia.
“En estas circunstancias post pandemia, un riesgo crediticio alto, sumado a las condiciones ya frágiles de muchas empresas como consecuencia de la pandemia del COVID-19, puede tener puede hacer que los bancos no usen las garantías crediticias para prestar dinero a las empresas en general”, advirtió el BID en su último estudio sobre PyMES.
El apoyo de Brasil al sector corporativo comprendió una serie de medidas, entre ellas la ampliación del crédito para pymes, una reestructuración de préstamos que cubrió un 30 por ciento de la cartera del sistema bancario de Brasil (Banco Central de Brasil, 2021), y garantías.
El apoyo corporativo en Chile fue multifacético y evolucionó a medida que cambiaba la dinámica de la pandemia. Los programas públicos de garantías y apoyo al empleo ascendieron a poco más del 6 por ciento del PIB de 2020. Un 80 por ciento del estímulo fue generado por las garantías crediticias otorgadas por el programa público correspondiente y el Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios.
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En Colombia, el mayor volumen de recursos asignados a fomentar el crédito se canalizó a través de las garantías crediticias del Fondo Nacional de Garantías (FNG), que se ocupó de las instituciones financieras de segundo piso y de las tasas de descuento.
“Aunque algunos de estos programas han concluido, otros siguen vigentes o han sido reemplazados por otras iniciativas. De todas formas, persiste la incertidumbre sobre si los programas de ayuda simplemente han pospuesto los cierres de empresas en lugar de evitarlos del todo”, advirtió el BID.