Después de dos años de confinamiento en el mundo por la pandemia de Covid-19, las alzas en el costo del dinero se extienden por las economías desarrolladas y también por las emergentes, pero con especial intensidad en América Latina, que padecen una elevada inflación.
Para tratar de controlar el rápido aumento inflacionario, los países de América Latina han estado aumentando el costo del dinero, lo que en la práctica se traduce en un encarecimiento del crédito.
Con tasas de interés muy altas a nadie le conviene endeudarse, la situación afecta a las empresas de la región que necesitan pedir dinero prestado para llevar adelante sus inversiones.
También a los gobiernos que necesitan financiar el gasto público, y sin duda afecta a las personas que requieren préstamos para comprar una casa, un auto o financiar un gasto imprevisto.
“El Banco Central en México, así como en otros países, tardaron en empezar a subir tasas de interés. Cuando se empezaron a ver los incrementos en precios, se asumió que era de facto”, dijo Alfredo Coutino, analista especializado en la región de Moody’s Analytics.
“Podemos decir que el alza en tasas no funcionó en la parte que no puede funcionar, en la externa, pero sí va a funcionar en la parte de demanda, si los bancos centrales realmente se ponen en frente de la inflación y no atrás”, agregó.
El banco central de cada país es quién decide subir o bajar las tasas, que por lo general, funciona de manera independiente del gobierno de turno.
La inflación comenzó a escalar velozmente, primero por los efectos que produjo la pandemia de Covid-19 y luego por la guerra en Ucrania, el debate se ha centrado en torno a qué tan rápido y qué tan profundo deben actuar las autoridades para bajarla.
En Estados Unidos, por ejemplo, el Sistema de la Reserva Federal (la Fed), equivalente al banco central, ha sido duramente criticado por haberse «tardado mucho» en comenzar a subir las tasas.
Las cosas se calmaron cuando el pasado marzo subieron por primera vez los tipos de interés desde el inicio de la pandemia, dando la primera señal de que la «era del dinero barato», con tasas cercanas a cero, estaba llegando a su fin.
Subió las tasas en medio punto, dejándolas en un rango entre 0.75 por ciento y 1 por ciento, cuando Estados Unidos está sumido en una inflación desbocada que ha escalado a 8.5 por ciento, el mayor nivel de los últimos 40 años.
En nuestro país, la misión del Banco de México es preservar el valor de la moneda nacional a lo largo del tiempo y una de las herramientas de política monetaria con las que cuenta para hacerlo es la disminución o el incremento de la tasa de referencia, aunque al hacerlo impacta en otras variables económicas.
Es el caso de la inflación –donde la meta es un nivel del 3 por ciento– y el crecimiento económico. Lo ideal es que, en un entorno de tasas de inflación bajas y estables, eso se traduzca en crecimiento económico que permita un mayor nivel de desarrollo y bienestar económico para el país en el futuro.
Durante la pandemia, Banxico disminuyó la tasa de interés de referencia, por lo que los créditos y el financiamiento eran muy accesibles para la población, las empresas y el gobierno; se buscó fomentar el gasto de los hogares y de las empresas para impulsar la economía que se venía desacelerando.
En 2021, Latinoamérica fue la región con la inflación más alta del planeta, basta con darle una mirada a lo que pasó en las mayores economías de la región.
El costo de la vida en Argentina se disparó hasta subir un 52.1%, mientras que en Brasil se alzó el 11,1% y en México un 6.2% en octubre, en relación con el mismo mes del año anterior.
Daniel Kerner, director para América Latina de Eurasia Group, dijo en una entrevista con la cadena británica BBC que la inflación estaba disparada en la región desde 2021 y ahora con la guerra en Ucrania el costo de la vida se ha ido a las nubes. “Es como si estuviera lloviendo sobre mojado”.
El especialista dijo que hay dos cuestiones importantes actualmente en América Latina desde el punto de vista político y económico. “Uno es el descontento social, que ya era fuerte antes de la pandemia, pero que se agravó aún más con ella.
“Y después los países comienzan a recuperarse, pero con poco crecimiento y muy alta inflación. Los bancos centrales de América latina son de los que más han subido tasas de interés en el mundo”.
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