Costa Rica eligió este domingo presidente en una segunda vuelta en la que, como en los comicios de febrero, se registró un alto índice de abstención.
Según el último dato de los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral, con el 98,15% de las juntas procesadas, Rodrigo Chaves es el candidato ganador con un 52,85% de los votos. Su contrincante, José María Figueres, tiene en este punto el 47,15% de los votos. El abstencionismo llegó al 43,23%.
El economista de expresión apasionada Rodrigo Chaves Robles, de 60 años, gobernará Costa Rica por los próximos cuatro años, en una Costa Rica que clama «tenemos más de 25 años de una crisis económica constante y moral», y «el próximo presidente tiene que cambiar todo, porque esto está muy pobre; aquí no hay trabajo, no hay nada», en declaraciones ciudadanas a la agencia AFP, las acusaciones de corrupción a Figueres no han hecho que reforzar la trayectoria de Chaves como exfuncionario del Banco Mundial. Incluso pese a las críticas.
El candidato presidencial que hace solo 30 meses no existía como figura política y que llegó a la elección con un fardo de cuestionamientos al financiamiento de su campaña, pero sobre todo con una carta de presentación internacional que avergüenza a una parte de la población: el acoso sexual que marcó el fin de una carrera de casi tres décadas en el Banco Mundial en 2019.
No se conoce públicamente por qué el desconocido Chaves aterrizó a finales de ese año en la silla de ministro de Hacienda del presidente Carlos Alvarado, que lo despidió seis meses después y que el 8 de mayo le entregará la banda presidencial para el período 2022-2026. Sin embargo, la falta de experiencia política se convirtió más bien en una cualidad para la mayoría de los votantes que este domingo escogieron al candidato del debutante Partido Progreso Social Democrático (PPSD) para que haga cambios contundentes en el juego de poderes públicos y económicos.
Chaves hizo de la lucha anticorrupción una de sus banderas, de lo que responsabilizó a los gobiernos anteriores. Por ejemplo, propuso atacarla mediante un plan que retribuiría con dinero a quienes denuncien estos actos y que penalizaría a quienes no lo hagan.
También expuso su intención de aplicar reformas del Estado por la vía del referendo de ser necesario. Entre otras, habló de un paquete de decretos ejecutivos para abaratar servicios y bienes básicos.
«Costa Rica no es un país pobre, sino muy mal administrado», ha sido una de las frases más usadas por el ahora presidente electo.
Su candidatura también se caracterizó por su confrontación constante con la prensa, a la que señaló de ser parcializada, lo que le ha valido comparaciones con otros líderes como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Andrés Manuel López Obrador.
Otro de sus lemas fue «Hagamos que Costa Rica vuelva a ser el país más feliz del mundo», similar al «Hagamos que EE.UU. vuelva a ser grande» utilizado por el expresidente estadounidense.
En sus últimos días de campaña, Chaves coqueteó con los sectores evangélicos al firmar un acuerdo con algunos de sus representantes en el que se comprometía a eliminar la llamada «ideología de género» en el sistema educativo.
Al igual que en otros países latinoamericanos, este movimiento ha ganado terreno en Costa Rica en los últimos años. En 2018, el predicador evangélico Fabricio Alvarado estuvo a punto de llegar a la presidencia.
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