La Junta de la Reserva Federal, mejor conocida como la Fed, decidió subir la tasa de interés por primera vez desde 2018. El banco central de Estados Unidos busca así poner freno a la creciente inflación, que ha alcanzado niveles no vistos en décadas.
La tasa de interés estadounidense se ha encontrado en el rango de entre 0% y 0,25% durante unos dos años, pero ahora ascenderá a entre 0,25% y 0,50% y, según señaló la Fed esta semana, hay planes de que pueda incrementarse aún más a lo largo del año. Según las proyecciones dadas a conocer tras la reunión de la Fed, sus directivos creen que la tasa de interés puede llegar a casi el 2% a final de año, según publicó la BBC.
El motivo es la galopante inflación, que en febrero se situó en el 7,9%, la cifra más alta desde enero de 1982, según publicó el Financial Times. La rápida recuperación de la economía tras el colapso provocado por la pandemia ha provocado problemas en las cadenas de suministro, con la demanda remontando a un ritmo mayor que la oferta.
Es por eso que ya a principios de año entidades como el Banco Mundial advertían que la inflación iba a perdurar a lo largo de 2022. Sin embargo, ahora se prevé que la invasión rusa a Ucrania agrave aún más la crecida de precios.
Una de las medidas que los bancos centrales tienen a su disposición para combatir la inflación es la subida de tipos de interés. La intención es que prestar dinero a particulares y empresas se vuelva más caro y que los bancos den menos créditos. La menor disposición de efectivo debería, en teoría, reducir el consumo y ayudar a bajar los precios.
Los recientes brotes de coronavirus en China, donde aún se aplican estrictas cuarentenas, tampoco ha ayudado a mejorar los pronósticos. Con la fábrica del mundo deteniendo su actividad cada vez que hay brotes de Covid-19, la incertidumbre sobre la cadena de suministros no puede disiparse.
Las decisiones de la Fed suelen servir de referencia a muchos otros bancos centrales. El organismo debe ahora buscar con cuidado el equilibrio entre tomar las medidas necesarias para frenar la inflación y no detener la recuperación económica pospandémica, que pese a haber sido rápida todavía se muestra frágil.
La Fed también reducirá la compra de activos del Tesoro de Estados Unidos, otra de las medidas con la que inyectaba liquidez a la economía.
La decisión de la Fed también afectará a las economías emergentes, que suelen ver a los inversores huir hacia mercados más estables tras una subida de interés estadounidense.
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