El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, vive una semana crítica después de que salieran a la luz noticias de que podría haber mentido en el Parlamento británico sobre las reuniones celebradas en su residencia durante el confinamiento, reuniones que él insiste fueron de trabajo pese a que algunas incluyeron alcohol, música y un número de asistentes mayor al permitido por las normas de distanciamiento social.
Conocido como el Partygate, el escándalo se refiere a al menos 14 reuniones celebradas entre marzo de 2020 (cuando comezó el primer confinamiento nacional) y abril de 2021 (cuando terminó el tercer confinamiento nacional). Según The Guardian, estas citas incluyeron despedidas para personal que se retiraba, concursos de cultura general y reuniones en Downing Street 10, la residencia oficial del primer ministro, y en otras oficinas del Ejecutivo.
Johnson admitió la semana pasada en el Parlamento que en mayo de 2020, en pleno confinamiento, asistió a un evento en el jardín de Downing Street en el que había unas 40 personas. Johnson, sin embargo, afirmó que era una reunión de trabajo y que solo acudió durante 25 minutos para agradecer a su personal. El primer ministro aseguró que nadie le advirtió que la reunión era un evento social ni que infringía las normas, ya que en ese entonces escuelas, restaurantes y bares estaban cerrados y habían restricciones estrictas respecto al distanciamento entre personas de diferentes hogares.
Sin embargo, Dominic Cummings, ex asesor de Johnson, lo acusó esta semana de haber mentido al Parlamento. Cummings aseguró en un blog que él advirtió a Johnson y a su secretario privado principal, Martin Reynolds, de que la reunión incumplía las normas. Según Cummings, Reynolds, quien le habría dicho a los invitados que trajeran su propio alcohol, le preguntó al primer ministro si la reunión debía celebrarse y obtuvo su visto bueno.
El Partygate ha generado indignación y ya se empiezan a oír voces que piden una moción de confianza, un mecanismo que podría acabar con el gobierno de Johnson. Pero el malestar no solo se encuentra en la oposición sino en el propio partido de Johnson, el Conservador, cuyos miembros son conocidos como los tories. Para apaciguarlos y no perder aliados, el gobierno ha puesto en marcha la operación Red Meat o «Carne roja», según la prensa local. Esta incluiría anuncios como entregar el control del manejo de la inmigración irregular en el Canal de la Mancha a los militares, eliminar el impuesto a la televisión con el que se financia a la BBC, despidos de personal en el Ejecutivo, la retirada de restricciones para combatir la Covid-19 y hasta planes para reducir las listas de espera en la NHS, el servicio público de salud, que pasarían por hacerlo depender aún más del sector privado. Todas estas son medidas apoyadas por los sectores más duros del Partido Conservador.
Sin embargo, de confirmarse que Johnson mintió al Parlamento, cualquier medida podría quedarse corta. Incluso Dominic Raab, viceprimer ministro y uno de los mayores defensores de Johnson, ha dicho que si se descubre que un ministro ha mentido de manera deliberada al Parlamento, lo «normal» es que renuncie.
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