La economía de China registró el trimestre pasado su crecimiento interanual más bajo del año: un 4,9% entre julio y septiembre.
La cifra, una que muchos otros países envidiarían, no es una buena señal para China, acostumbrada a ritmos más altos. Muchos analistas la ven como un signo de que se está frenando el repunte que siguió al parón que trajo inicialmente la pandemia.
El trimestre anterior, la economía china se había incrementado en un 7,9%. Las previsiones para este último trimestre eran malas, pero no tanto como la realidad: se esperaba que el gigante asiático creciera en solo un 5,2%; es decir, 0,3 puntos porcentuales más de los que finalmente registró.
Lo mismo sucedió con la producción industrial, que se esperaba que aumentara menos que el 5,3% registrado en agosto. Pero no tan bajo como el 3,1% que registró finalmente.
China ha visto en los últimos meses problemas en su economía, el gigante Evergrande tambaleándose debido a nuevas regulaciones creadas para intentar poner control sobre el endeudamiento de las empresas nacionales. Los aprietos en los que se encuentra el segundo promotor inmobiliario más grande de China han disparado las alarmas sobre el estado del sector inmobiliario chino, haciendo que muchas empresas de este país caigan en bolsa.
Evergrande es ahora la inmobiliaria más endeudada del planeta, con un total de más de US$300.000 millones de deuda. Algunos analistas temen que su colapso acarree una crisis en el sector financiero.
En cuanto a la industria, el encarecimiento de las materias primas ha afectado la producción. A esto se suma los racionamientos energéticos impuestos por algunas autoridades locales para poder alcanzar sus objetivos medioambientales. Sin embargo, estos apagones también han afectado a grandes industrias, obligándolas a parar su actividad.
Tras una abrupta caída en su economía cuando empezó la pandemia, China se recuperó de manera rápida una vez se supo más sobre el coronavirus y se empezaron a inocular las vacunas. Pero todo parece indicar que ahora hay incertidumbre en el panorama y esa rápida recuperación podría estar en peligro.
Parte de esto viene también de la escasez energética que se vive a nivel global, después de que los productores de combustibles bajaran los niveles de producción ante el parón de la pandemia y no fueran capaces de alcanzar la creciente demanda a tiempo.