El precio de un barril de crudo brent subió este martes por encima de los US$80, un umbral que no superaba desde hacía casi tres años. Su costo escaló un 0,9% hasta llegar a los US$80,22, situándose por segundo día consecutivo en su máximo valor desde octubre de 2018.
La relajación de las medidas restrictivas que se impusieron el año pasado a lo largo del planeta para combatir la pandemia han generado un repunte de la demanda energética. Esta avidez por energía ha chocado con las bajas expectativas de los productores, además de otros factores que están contribuyendo a que los precios sigan aumentando.
En Estados Unidos, la producción de petróleo de esquisto o shale se redujo durante la pandemia ante la baja demanda. A esto se suman las interrupciones de suministro ocasionadas por huracanes en el Golfo de México. Las subidas de precio han sido tan rápidas que el propio presidente estadounidense, Joe Biden, ha exigido que sean investigadas
Sin embargo, el petróleo no es la única fuente de energía que se encarece estos días, sobre todo en Europa, donde el brent es la referencia. El carbón y el gas también registran subidas récord que se entrelazan con el encarecimiento de los derechos de emisión de CO2, una medida política que busca fomentar la preferencia de energías renovables y el desuso de las contaminantes.
Pero las energías limpias aún no están lo suficientemente desarrolladas para reemplazar a las de emisiones contaminantes. En países como Reino Unido, un año de vientos débiles ha hecho que las eólicas no puedan contribuir a reducir la factura de la luz, que no deja de crecer en Europa.
La tendencia a cerrar minas de carbón y la falta de mano de obra ha disparado este año los precios de este mineral hasta en un 96% en China, según el Financial Times. En Europa, se han triplicado durante el mismo periodo, según destaca Bloomberg.
En Estados Unidos, el precio del gas natural se encuentra a su nivel más alto de los últimos siete años, según Bloomberg. La razón, según esta publicación, está en el temor de que allí se pueda repetir lo que sucede en Asia y Europa, donde la escasez de gas ha disparado los precios. En este último continente, un grupo de políticos ha pedido a la Comisión Europea investigar si Gazprom, la empresa de gas estatal rusa, estaba reduciendo el suministro a propósito.