El mundo del fútbol empezó la semana con una bomba: el anuncio de la creación de la Superliga Europea, una competición diseñada por los 12 clubes más poderosos de Europa y que sería gestionada por ellos mismos.
Los autores de la iniciativa son los ingleses Manchester United, Liverpool, Chelsea, Manchester City, Arsenal y Tottenham; los españoles Real Madrid, Barcelona y Atlético; y los italianos Juventus, Milan e Inter. Estos equipos tendrían un cupo garantizado en el torneo, que se completaría con tres invitados y cinco plazas por las que otros equipos tendrían que competir. La idea es tener todo listo para jugar el primer torneo en 2022.
El plan cayó como un balde de agua fría para la UEFA, la confederación europea de la FIFA, porque se jugaría fuera de su ámbito y sus normas. En un comunicado, la UEFA llamó al proyecto “cínico” y “fundado en el interés propio de unos pocos clubes”, y aseguró que tomaría “todas las medidas a nuestro alcance” para evitar que se lleve a cabo. Entre ellas, mencionó que los equipos involucrados serían vetados en el resto de competiciones y que sus jugadores no podrían formar parte de las selecciones de sus países.
La noticia tampoco tuvo recibimiento entre muchos fanáticos. Seguidores del Chelsea protestaron el martes a puertas del estadio exigiendo que su club se retire de la iniciativa al considerarla elitista. Finalmente, los seis equipos ingleses dieron un paso atrás y anunciaron que abandonarían el proyecto de la Superliga.
No obstante, los clubes italianos y españoles manifestaron la intención de sacar el proyecto a flote ante la necesidad de generar recursos económicos para recuperarse de las dificultades financieras que ha dejado la pandemia, según explicaron en un comunicado.
Y es que los motivos detrás de la disputa entre la UEFA y estos clubes son mayormente económicos.
Las restricciones impuestas para frenar el avance de la Covid-19 obligaron a suspender partidos en todo el mundo, agravando la situación económica de equipos que ya tenían unas cuentas débiles. El Barcelona, por ejemplo, es un club robusto en cuanto a prestigio y es también el que más vale en todo el mundo: US$4.760 millones según la revista Forbes. Sin embargo, también es el equipo europeo con mayor deuda a corto plazo: alrededor de US$870 millones, según el diario español El País. Además, según este mismo medio, este ejercicio podría registrar unas pérdidas de US$420 millones.
Pero el Barcelona no está solo en este problema: de los 12 clubes que idearon la Superliga, solo dos se salvaron de los números rojos el año pasado, según la consultora KPMG. Estos fueron el Real Madrid y el Chelsea.
Según explica Andrea Sartori, director global de deporte en KPMG, en un artículo publicado en el sitio web de la empresa, el modelo de negocio actual del fútbol europeo es cada vez más “insostenible”, con salarios de jugadores “inflados” a los que se suman las altas comisiones que cobran los agentes y clubes de origen por estas transacciones. “La industria ha fracasado en el control adecuado de los costos de los clubes”, afirma Sartori.
Es en este contexto que surge el concepto de la Superliga, donde los clubes tendrían garantizada la participación y, en consecuencia, los ingresos. Además, al no estar gestionada por la UEFA, podrían rentabilizarla aún más.
Según Yahoo Finance, el nuevo torneo recibiría una financiación de entre US$3.800 millones y US$5.000 millones. El banco estadounidense JPMorgan Chase se encuentra detrás de la operación, según el Financial Times, que asegura que la entidad cobrará una tasa de interés de entre 2% y 3%. Según El País, los equipos esperan conseguir un total de US$4.800 millones por derechos de televisión, de los cuales, el 65% iría a los 12 fundadores. Finalmente, quien gane la competencia se llevaría a casa un premio de unos US$300 millones, más del doble de lo que ofrece la Champions League, recordó el diario español.