Vladimir Putin ya tiene abierta la puerta a convertirse en el gobernante que más tiempo ha estado al frente de Rusia desde la época de los zares.
El actual presidente ruso firmó esta semana una ley que le permitiría mantenerse en el gobierno hasta 2036 si así lo quisiera. Putin lleva dos décadas formando parte del Ejecutivo ruso ya sea como presidente (de 2000 a 2008 y desde 2012 a la actualidad) o como primer ministro (de 2008 a 2012), si llegase a extender su mandato otros 15 años más, superaría a Iósif Stalin como el hombre que más tiempo ha estado al mando de Rusia desde la abolición de la monarquía en 1917.
Stalin gobernó Rusia durante 29 años. De momento, Putin suma 21 si también se tiene en cuenta los cuatro años en los que fue reemplazado por su aliado, Dmitri Medvédev, y en los que él fungió de primer ministro. Según sus detractores, esto no fue más que una formalidad para burlar el límite de dos mandatos consecutivos que fija la Constitución rusa.
Durante su gobierno, Medvédev cambió las leyes para ampliar los mandatos presidenciales de cuatro a seis años. De esta manera, Putin pudo asegurarse 12 años de gobierno hasta 2024, cuando tendría que haber dado un paso al costado para cumplir con el límite de mandatos.
Sin embargo, la ley que acaba de ser firmada le sirve a Putin empezar de cero. Por un lado, dicta que una persona no puede gobernar Rusia durante más de dos mandatos en toda su vida. Esto hace imposible que un futuro líder le siga los pasos a Putin, alternando dos mandatos consecutivos con uno fuera del cargo de manera ilimitada.
Pero por otro lado, la nueva ley también establece que esta restricción “no se aplica a aquellos que ocupaban el cargo de jefe de Estado antes de la entrada en vigor de las enmiendas a la Constitución”. Es decir que, para Putin, este límite de dos mandatos de por vida recién empezaría a aplicarse a partir de 2024, ya que sus cuatros gobiernos anteriores no se deben tomar en cuenta porque ocurrieron antes de que la Constitución fuera modificada.
Una ley polémica
La firma de Putin pone cierre a una reforma constitucional que ha durado un año y que incluyó una votación popular bastante peculiar.
A diferencia de otras votaciones, se permitió el voto por Internet y se colocaron urnas en lugares tan inusuales como el banco de un parque, los restos de un árbol talado o la maletera de un auto. Incluso se organizó sorteos con premios que iban desde vales de supermercados hasta apartamentos como forma de incentivar a los rusos a acudir a las urnas.
La ley sobre la que debían votar incluía la modificación constitucional que permitiría a Putin ser reelegido en 2024, pero también agrupaba otra serie de medidas que iban desde la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo hasta mejoras en las pensiones y el salario mínimo. No se podía elegir: se votaba por todas o por ninguna.
El cambio fue aprobado con más del 75% de los votos, aunque varios analistas consideraron el referéndum como simbólico, una forma de dar legitimidad a una decisión que, en realidad, ya había sido ratificada por el Parlamento meses antes. La oposición, además, criticó la falta de transparencia en el referéndum y aseguró que estuvo repleto de irregularidades.
Por ahora, no hay seguridad de que Putin vaya realmente a presentarse a unas nuevas elecciones en 2024 o posteriormente. De lo que sí hay certeza es de que, si él quisiera y los rusos lo apoyaran, tendría la posibilidad de gobernar hasta los 84 años.