Entre las víctimas del Covid-19 no solo hay personas, sino también muchas empresas. Entre ellas, está el Eurostar, el tren de pasajeros submarino que une Londres con París y Bruselas.
El Eurostar cruza el Canal de la Mancha a través del Eurotúnel, el conducto construido debajo del mar que marcó un hito cuando fue inaugurado en 1994. Por él no solo circula el Eurostar, sino también una lanzadera que transporta vehículos.
Pero desde que la pandemia de Covid-19 comenzó, el tráfico en el Eurotúnel ha bajado ante los confinamientos y las restricciones de movimiento, algo que le ha llevado a suspender ciertos servicios. Reino Unido es un país que, como la mayoría de islas, depende de las importaciones y el 52% de ellas procede de la Unión Europea, su mayor socio comercial, así que el tránsito de bienes y alimentos ha continuado, al ser un servicio esencial. Sin embargo, la caída ha sido dramática para el Eurostar, que se ha visto afectado por las limitaciones a la salida y entrada de viajeros a Francia y Reino Unido.
La compañía está al borde de la quiebra después de que la pandemia redujera el número de pasajeros en un 95%, según publica el diario británico The Telegraph. La firma busca desesperadamente inversores que inyecten dinero e incluso un rescate de los gobiernos de Reino Unido y Francia para no caer en bancarrota.
En la actualidad, la frecuencia de los trenes se ha reducido a dos al día y más del 90% de sus 3.000 empleados no están trabajando, sino recibiendo las ayudas gubernamentales para negocios afectados por la Covid-19. Las pérdidas en 2020 podrían cifrarse en más de US$26.000 millones, según The New York Times. Además, la cifra de pasajeros diarios ha descendido de 30.000 a 500, según el Financial Times.
Una cuestión estratégica
De ser una empresa 100% pública, la superviviencia del Eurostar estaría tal vez garantizada. No obstante, Reino Unido vendió en 2015 su participación en esta compañía, que equivalía al 40%. Ahora, un 55% pertenece a la empresa pública de trenes francesa, SNCF, y un 5%, a la belga, NMBS/SNCB. El resto está manos privadas de inversores estadounidenses y canadienses.
La desventaja de esto es que el gobierno británico ya no tiene ninguna responsabilidad sobre la compañía, por lo que se complica la obtención de un rescate por parte de este Estado, pese a que algunos parlamentarios han pedido al Ejecutivo de Boris Johnson que brinde al Eurostar ayudas parecidas a las que se están dando a los aeropuertos del país.
El gobierno británico cree que es Francia, la accionista mayoritaria, quien debería pagar un rescate, en caso de que haya alguno, y el ministro británico de Transporte, Grant Shapps, incluso ha dicho: “No es nuestra empresa”. Sin embargo, Eurostar tiene su sede en Londres, por lo que el gobierno francés considera que es Reino Unido quien debería hacerse cargo. Algunos parlamentarios británicos coinciden porque, según ellos, más que un servicio de pasajeros: es un elemento geopolítico que se ha vuelto incluso más estratégico tras el Brexit.
Por si la pandemia no fuera suficiente, el Brexit, la salida de Reino Unido de la Unión Europea, ha traído aun más complicaciones este año para el Eurostar. Ahora, trabajadores británicos de los trenes necesitan una visa para poder ingresar como empleados en territorio europeo y los turistas tienen prohibido llevar consigo productos como carne, lácteos y frutas.
La empresa está en conversaciones con ambos gobiernos y espera poder llegar a un acuerdo pronto. Según ha dicho la dirección en entrevistas con medios británicos, de no hacerlo, podría quedarse sin liquidez tan pronto como el próximo mes.