Ante la escasez de vacunas, los gobiernos se esfuerzan por priorizar la inmunización de los más vulnerables. Pero algunos han encontrado la forma de colarse en la fila.
Pese a que la vacuna contra la Covid-19 se desarrolló en tiempo récord, para muchos, la espera ha resultado larga. Tan larga que, ahora que las campañas de inmunización están comenzando en varios países, algunos han decidido no aguardar su turno y utilizar sus cargos para colarse en la fila.
Políticos, militares, funcionarios y hasta religiosos se han saltado la cola de la vacuna en países como Polonia, Austria, Reino Unido y España; generando indignación y polémica. La mayoría de gobiernos ha establecido un orden de inmunización que da prioridad a los trabajadores del sector de la salud y a la población más vulnerable: adultos mayores y personas con enfermedades crónicas que pueden complicarse con el coronavirus, como hipertensión o diabetes. Vacunarse antes de tiempo implica dejar sin dosis a uno de ellos.
Aun así, cada día crece el número de gente acusada de aprovechar su puesto para asegurarse una dosis. En Reino Unido, por ejemplo, las autoridades investigan si trabajadores del condado de Denbighshire compartieron entre ellos un correo electrónico con un enlace que permitía a cualquiera reservar cita para inmunizarse. En Austria, varios alcaldes han recibido dosis que, según ellos, sobraron en algunos geriátricos de su municipio. Incluso un jefe regional de la Cruz Roja en ese país ha sido amonestado por autorizar la inoculación de vacunas a sus empleados y a los familiares de estos cuando el gobierno había ordenado que solo se les inyectaran a personas mayores que viven en residencias y a personal sanitario que trabaja en primera línea.
“Dar ejemplo”
Polonia es uno de los países donde este tipo de actitudes ha generado más controversia. Allí, el expresidente Leszek Miller, varios actores famosos y hasta un ejecutivo de televisión han sido inmunizados pese a que las autoridades solo permiten la vacunación de los trabajadores de la salud. España es otro de los Estados donde ha habido mucho revuelo, con casos que incluyen desde alcaldes hasta obispos y jefes militares. Entre estos últimos se encuentra el general Miguel Ángel Villaroya, jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), que el sábado se convirtió en el primer Jemad que dimite desde que aquel puesto se creara en los 80. Villarroya y el resto de la cúpula militar española habían recibido la primera de las dos dosis de la vacuna de Pfizer-BioNtech antes de que se hubiera terminado de inmunizar a todo el personal sanitario militar.
Entre el resto de acusados de saltarse la cola hay autoridades sanitarias regionales, alcaldes y hasta un obispo que asegura haber ido a un geriátrico de curas el día en que iban a vacunar a los residentes para “dar ejemplo”. Además de este, otro argumento que se repite entre los acusados es el de no desaprovechar las dosis sobrantes que si no se inoculan seis horas después de ser abiertas, deben desecharse. La indignación ha llegado al punto en que un presidente regional, el de la Comunidad Valenciana, ha amenazado con dejar sin segunda dosis a las cerca de 200 personas que se vacunaron de manera irregular en su jurisdicción.
La pandemia nos ha traído muchos hábitos nuevos y uno de ellos parece ser las carreras: carrera por hacernos con la mayor cantidad de papel higiénico, carrera por importar mascarillas y equipos de protección, por los ventiladores, por comprar vacunas… y ahora, por ponérselas. La oferta es escasa: apenas un puñado de fabricantes de vacunas se enfrentan a una demanda sin precedentes (los más de 7.800 millones de habitantes del planeta), lo que supone un gran reto logístico que hará que muchos tengan que esperar al menos un año más para ser inmunizados.